Hoy he vuelto a verme entre los cerdos; primero cortando en dados la
remolacha, y luego revisando la prole hambrienta de una cerda vieja con más
lechones que pezones; me he visto cortando los colmillos de las crías y
amputando sus rabos, todo por su bien. Por la mañana fui al banco a pedir
dinero, un crédito blando con un año de carencia; después de esperar un buen
rato con el interventor mirándome a hurtadillas, me ha recibido el director que
me ha explicado lo que debo saber sobre
la amortización y los intereses. Luego he vuelto a casa confundido entre un mar
de números, y me he visto sentado sobre una piedra frente al paisaje
insolidario de siempre; como hay “bajas presiones”, llega hasta mí, clarísimo,
el trajín de una locomotora y el sonido de las ruedas de los vagones al pasar
por el “cambio de agujas”; y me he
vuelto a ver en el andén de la estación, vacía y con el vestíbulo tapiado,
donde los trenes ya no paran.