Hoy he vuelto a verme entre los cerdos; primero cortando en dados la
remolacha, y luego revisando la prole hambrienta de una cerda vieja con más
lechones que pezones; me he visto cortando los colmillos de las crías y
amputando sus rabos, todo por su bien. Por la mañana fui al banco a pedir
dinero, un crédito blando con un año de carencia; después de esperar un buen
rato con el interventor mirándome a hurtadillas, me ha recibido el director que
me ha explicado lo que debo saber sobre
la amortización y los intereses. Luego he vuelto a casa confundido entre un mar
de números, y me he visto sentado sobre una piedra frente al paisaje
insolidario de siempre; como hay “bajas presiones”, llega hasta mí, clarísimo,
el trajín de una locomotora y el sonido de las ruedas de los vagones al pasar
por el “cambio de agujas”; y me he
vuelto a ver en el andén de la estación, vacía y con el vestíbulo tapiado,
donde los trenes ya no paran.

lunes, 30 de diciembre de 2013
lunes, 19 de agosto de 2013
HIGH FREQUENCY
Dinner is served
at nine. Dressed endive and then vegetables, beans or chard garnished with
boiled potatoes. First the priest and then the mechanic, they punctually occupy
their seats next to each other at the table located in the center of the poorly
lighted dining room. The trivialities of the day are discussed. The mechanic
talks mainly about motors and their legal strength, the house’s owner predicts
a dry and miserable year, and the priest stays away from such tribulations. The
clock strikes eleven and the mechanic asks for the radio; an opera is being
broadcasted on HF from the Lyceum. The receiver is located at the center of the
Formica table and the overture spreads across the small dining room, being
occasionally interrupted by the distant voice of an Arabic radio host.
ONDA CORTA. A las nueve se cena. Escarola aliñada, luego,
verdura, habas o acelgas acompañadas de patatas hervidas. Puntuales, primero el
sacerdote y después el mecánico, uno al lado del otro ocupan su lugar en la
mesa situada en el centro del comedor humildemente iluminado. Se habla de las
menudencias del día. El mecánico principalmente de motores y de su fuerza
fiscal, el dueño de la casa predice un año seco y miserable, el cura permanece
ajeno a esas tribulaciones. En el reloj dan las once y el mecánico pide la
radio; desde el Liceo radian una opera en la onda corta. El receptor se sitúa
en el centro de la mesa de formica y la obertura se esparce por el pequeño
comedor, a ratos interferida por la voz lejana de un locutor árabe.
BAZUKA
Aquela tarde de domingo na qual,
sem mais nem menos, amassaste um chiclete bazuka sobre a minha cabeça, odiei-te
para sempre; descrente, olhei atrás dos teus grandes olhos, para encontrar uma justificação,
mas só vi um brilho cruel, o brilho que logo também vi noutras pessoas das
quais procurei afastar-me. Essa crueldade gratuita, unida ao riso bobo que
entoaste, dissipou toda minha devoção por ti, e as tuas “velas”, que não tinha
visto até esse momento, pareceram-me os mucos de sempre, a pendurar até se
ressecar sobre os teus lábios. No bar da aldeia, onde os cotas matavam o tempo
com conhaque e cartas, fodeste-me bem.
Aquella tarde de domingo en que, sin más,
aplastaste un chicle
“bazooka” sobre mi cabeza, te odie para siempre; incrédulo, miré
detrás de tus ojos grandes para encontrar una justificación pero
sólo vi un brillo cruel, el brillo que luego también he visto en otras personas
de las que he procurado alejarme. Esa crueldad gratuita, unida a la
risa boba que entonaste, disipó toda mi devoción por ti, y tus
“velas”, que hasta entonces yo nunca vi, me parecieron los mocos de
siempre colgando hasta resecarse sobre tus labios. En el barucho del
pueblo, donde los viejos mataban su tiempo con coñac y julepe, bien
me jodiste.
“bazooka” sobre mi cabeza, te odie para siempre; incrédulo, miré
detrás de tus ojos grandes para encontrar una justificación pero
sólo vi un brillo cruel, el brillo que luego también he visto en otras personas
de las que he procurado alejarme. Esa crueldad gratuita, unida a la
risa boba que entonaste, disipó toda mi devoción por ti, y tus
“velas”, que hasta entonces yo nunca vi, me parecieron los mocos de
siempre colgando hasta resecarse sobre tus labios. En el barucho del
pueblo, donde los viejos mataban su tiempo con coñac y julepe, bien
me jodiste.
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