Elegí esta música para acompañarme cada vez que vuelvo a casa; al final, un hombre solo tiene una casa, y aunque cuando abro la puerta me reciben la ausencia y un abandono doloroso, no tardo en sobreponerme y pronto el silencio no es tal, la casa empieza a vivir y yo aparezco en mi sitio de siempre, como si el tiempo hubiera estado suspendido. Tomo el relevo de sus ocupantes huidos o muertos, y salvo, de lo que queda, lo que puedo; ahora unas oliveras, las he aligerado de ramas y troncos, acicalándolas como a unas auténticas damas; porque, qué es una olivera limpia de ramas y soleada, sino una mujer presumida; bien... cabezón.

martes, 10 de mayo de 2016
cabezón
Elegí esta música para acompañarme cada vez que vuelvo a casa; al final, un hombre solo tiene una casa, y aunque cuando abro la puerta me reciben la ausencia y un abandono doloroso, no tardo en sobreponerme y pronto el silencio no es tal, la casa empieza a vivir y yo aparezco en mi sitio de siempre, como si el tiempo hubiera estado suspendido. Tomo el relevo de sus ocupantes huidos o muertos, y salvo, de lo que queda, lo que puedo; ahora unas oliveras, las he aligerado de ramas y troncos, acicalándolas como a unas auténticas damas; porque, qué es una olivera limpia de ramas y soleada, sino una mujer presumida; bien... cabezón.
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