lunes, 29 de septiembre de 2014

kodak




Hace unos meses coloqué una fotografía
cerca de la mesa de trabajo, en un lugar preferente para poder verla
con facilidad;  es una foto en el color aún pobre del 66, en la que un
grupo de hombres y niños del pueblo posan  como un equipo de fútbol, 
 con el mosén en el centro, un mosén gordo que  viste guardapolvo
negro; en cuclillas, debajo y a la derecha de mi padre, estoy yo, el
más pequeño; hace mucho sol como en el verano siempre hace, en el aire
hay pereza,  obligación de vivir. Mis paisanos miran  al fotógrafo y
el polvo de la  tierra se pega a los zapatos y a los  bajos de sus
pantalones, y sube mordiendo las paredes y la puerta que sirve de fondo
a la imagen. A la izquierda del grupo  y pegado sobre la fachada del
“café” hay un cartel de chapa que anima a beber  "fanta”.  Aunque es un
plano largo los conozco a todos; los hay que posan  con los brazos
cruzados en actitud dócil, otros  abrazan a su compañero por la
espalda en señal de forzada camaradería, los hay con traje de chaqueta
bien cortado que adoptan una pose de galán, otros inclinan la cabeza
hacia el centro del grupo esforzándose por “salir”, ignorando que hay
plano de sobra, están los que parecen incómodos y huidizos, y los de
gesto rudo y laborioso. Inútilmente busco explicar la necesidad de
mirarme diariamente en esa foto, quiza es el intento de extraer, desde este
abismo, la esencia del instante  en el que todos guardamos  el mismo silencio.

2 comentarios:

  1. Ese silencio parece que es un clamor para tu mirada.

    La música es excelente en tu blog.

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