As almost
always, on Friday all doubts have been cleared; Friday night is a moment of
meager certainties; on the table, color pens and sheets of paper rest next to
some coins, a photograph and a bottle of perfume with which I like to sprinkle
my nose from time to time, as some forensic surgeons do just before ripping
some putrid corpse open. We know the doubts have been cleared out because on
Friday there is some kind of sweet fatigue, typical of the end of a race, some
kind of disinterest similar to that following a great mathematical calculation
and, occasionally, like the bitter apathy following a disturbing medical
diagnosis. The Western Friday is an orthographical full stop in our hazardous
lives. After the full stop we begin with capital letters. We have run along
platforms, driven through roads, read the pages of a book and read on the
bodies of those who grazed theirs with ours; we have looked in the eyes,
checked out the asses, looked over the legs, stopped at the feet. The caste of
executioners has also slit our throats with their meticulous and mean
strategies; we have distinguished those who are immoral, and we also have kept
quiet like coward heroes, tolerating the meekness of the lambs. It’s Friday and,
as Vinicius would say, there is an expectation of tomorrow being Saturday.
VIERNES. Como casi siempre, los viernes
de cada semana se han despejado todas
las dudas; el viernes por la noche es un momento de exiguas certezas; sobre la
mesa quedan los bolígrafos de colores y los folios junto a unas monedas, una foto, y un frasquito de colonia
con la que gusto de empaparme de vez en cuando la nariz, como hacen algunos
forenses antes de despanzurrar un cadáver putrefacto. Sabemos que las dudas se han despejado porque el
viernes queda como un cansancio dulce
propio del final de una carrera,
como un desinterés similar al que sigue a un gran desarrollo matemático, y en
ocasiones, como la amarga apatía tras oír un preocupante diagnóstico médico. El
viernes occidental es un punto ortográfico en nuestras azarosas vidas. Después
del punto se empieza con mayúscula. Hemos corrido por los andenes, circulado por el asfalto,
leído las páginas de un libro y leído en
los cuerpos de los que nos han rozado con los suyos los nuestros; nos
hemos mirado a los ojos, observado los culos, recorridas las piernas, detenido
en los pies. La casta de los verdugos también nos ha degollado con sus minuciosas y malignas estrategias; hemos distinguido a los inmorales, y también hemos callado como héroes cobardes y
aguantado con la mansedumbre de los corderos. Es viernes, y como diría Vinicius
hay la perspectiva de que mañana sea sábado.
Me gusta. Has modificado el título.
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