miércoles, 7 de agosto de 2013

FRIDAY







As almost always, on Friday all doubts have been cleared; Friday night is a moment of meager certainties; on the table, color pens and sheets of paper rest next to some coins, a photograph and a bottle of perfume with which I like to sprinkle my nose from time to time, as some forensic surgeons do just before ripping some putrid corpse open. We know the doubts have been cleared out because on Friday there is some kind of sweet fatigue, typical of the end of a race, some kind of disinterest similar to that following a great mathematical calculation and, occasionally, like the bitter apathy following a disturbing medical diagnosis. The Western Friday is an orthographical full stop in our hazardous lives. After the full stop we begin with capital letters. We have run along platforms, driven through roads, read the pages of a book and read on the bodies of those who grazed theirs with ours; we have looked in the eyes, checked out the asses, looked over the legs, stopped at the feet. The caste of executioners has also slit our throats with their meticulous and mean strategies; we have distinguished those who are immoral, and we also have kept quiet like coward heroes, tolerating the meekness of the lambs. It’s Friday and, as Vinicius would say, there is an expectation of tomorrow being Saturday.




VIERNES. Como casi siempre, los viernes de cada semana se han  despejado todas las dudas; el viernes por la noche es un momento de exiguas certezas; sobre la mesa quedan los bolígrafos de colores y los folios junto a unas  monedas, una foto, y un frasquito de colonia con la que gusto de  empaparme  de vez en cuando la nariz, como hacen algunos forenses antes de despanzurrar un cadáver putrefacto. Sabemos  que las dudas se han despejado porque el viernes queda como un cansancio dulce  propio del final  de una carrera, como un desinterés similar al que sigue a un gran desarrollo matemático, y en ocasiones, como la amarga apatía tras oír un preocupante diagnóstico médico. El viernes occidental es un punto ortográfico en nuestras azarosas vidas. Después del punto se empieza con mayúscula. Hemos corrido  por los andenes, circulado por el asfalto, leído las páginas de un libro y leído en  los cuerpos de los que nos han rozado con los suyos los nuestros; nos hemos mirado a los ojos, observado los culos, recorridas las piernas, detenido en los pies. La casta de los verdugos también nos ha degollado con sus  minuciosas y malignas estrategias;  hemos distinguido a los inmorales, y  también hemos callado como héroes cobardes y aguantado con la mansedumbre de los corderos. Es viernes, y como diría Vinicius hay la perspectiva de que mañana sea sábado.

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