viernes, 23 de septiembre de 2016

la estación











Sobre la silla está preparada la ropa buena para el viaje. Reunidos en la cocina la noche de antes, al calor del fuego se cuenta el dinero. De madrugada apuramos sin ganas un vaso de leche, tras la ventana se muestra la oscuridad retrasada del invierno. Este tiempo idóneo para nada, de apariencia lenta, infinitamente fracturado.Ya en la carretera, dura de piedras, nos abrazamos para que no se escape el calor de nuestros cuerpos y encaramos la estación,  a lo lejos, con sus luces humildes titilando entre la neblina; aceleramos el paso, siempre con miedo a perder el tren. Tu perfume, de un aroma pesado, se confunde con el olor de la tierra húmeda removida por los arados; en una mano llevas los zapatos para no romper los tacones con las piedras,  con la otra tiras de mi para que no me rezague. Atrás queda la balsa seca con los esqueletos de las ranas pegados al barro endurecido, la balsa seca y estéril  en la que, en donde solo había juncos, creí ver un  lago cristalino bordeado de sauces sobre el agua, profundo lago hoy cubierto de cagarrutas de ovejas.

domingo, 26 de junio de 2016

pequeñas victorias








pequeñas victorias. en 1972 llegó el agua corriente a la fregadera de casa, esta fue una gran victoria para mi madre, tanto, que se le escaparon unas lagrimas; el agua caliente tardó unos años más; en 1974 se instaló un retrete con su lavabo y una gran bañera de hierro cerámico en tono rosa; hasta entonces cagábamos en la cuadra, en el mismo sitio dónde dormían dos cabras, una gris ceniza y otra en banco y negro, en los amplios pliegos de los periódicos de entonces, el ABC, el HERALDO DE ARAGÓN y hasta en LA VANGUARDIA, ejemplares retrasados que nos daba un terrateniente catalán; así que lo mismo te cagabas encima de la carita de Franco que en la de Carrero Blanco, en la del gobernador civil de turno, encima de una cena de gala de las autoridades provinciales en el Casino de Huesca, o encima de la mismísima Virgen del Pilar. Hasta que llegó el agua potable, la traían mis padres desde la fuente en un carrito para cuatro cántaros; de la fuente salía un tubo que alimentaba el abrevadero, allí había muchas sanguijuelas que se movían de aquí para allá, había sanguijuelas en todas las fases de crecimiento, todas al acecho, esperando la hora en que el ganado y las caballerías se amorraran a beber para engancharse en sus bocas.

martes, 10 de mayo de 2016

cabezón



Elegí esta  música para acompañarme cada vez que vuelvo a casa;  al final, un hombre solo tiene una casa, y aunque cuando abro la puerta  me reciben la ausencia y un abandono doloroso, no tardo en sobreponerme y pronto el silencio no es tal, la casa empieza a vivir y yo aparezco en mi sitio de siempre, como si el tiempo hubiera estado suspendido. Tomo el relevo de sus ocupantes huidos o muertos, y salvo, de lo que queda, lo que puedo; ahora unas oliveras, las he aligerado de ramas y troncos, acicalándolas como a unas auténticas damas; porque, qué es una olivera limpia de ramas y soleada, sino una mujer presumida; bien... cabezón.

lunes, 28 de marzo de 2016

redacción libre




Redacción  libre.

            Llevo un tiempo a vueltas sobre la cuestión de la mediocridad, a cuenta de un examen para mi fallido ingreso en los Salesianos. Luego se me ha ocurrido lo de la edad, ya que hoy he pasado por una ecografía urológica para controlar el tamaño de la próstata.

            Esta mañana me he duchado para no oler. Como cada año me tumbo en la camilla y me descubro; cuatro dedos por debajo del ombligo (parte alta de la pelvis), y la camisa por encima de las costillas flotantes (a los riñones se accede por los flancos). En ese momento surge con el radiólogo una especie de conmiseración; se suspende la rutina de la vida mientras escruta, no con fuerza pero tampoco flojo, los riñones y la vejiga, hasta que pronuncia la frase, “todo normal, como el año pasado”.

               ¿Qué tal el examen?  No sé; papá, cuántos huevos hay en docena y media?

jueves, 10 de marzo de 2016

orfidal








Todas las cosas nos hablan esta noche, pensamos en todo lo que escuchamos, oímos palabras dulces, nombres tras el cristal; ahora hablan las sombras, dulces sombras que nos hablan a lo lejos y envuelven  tiernamente con su aliento, nos llaman con sílabas desconocidas y nos acompañan.