sábado, 30 de enero de 2021

don't mention it

3o de enero de 2020. el año pasado conocí a un mujer que me besó; sus labios eran dulces y su cuello acogedor; esto último lo he comprobado más tarde, aunque lo intuía es placentero asegurarse. Su mirada me suplicaba y percibí cierta desolación. La besé dulcemente, no soporto introducir la lengua hasta la glotis; la desolación es general.

domingo, 12 de marzo de 2017

el asilo








El asilo no llega a ser dolor; en este andén con aroma a pañal, un tanto desvaído por la química de la limpieza pero que incomoda al visitante, los internos, vestidos con su chandal del decathlon, con sus batas de felpa, esperan en la puerta del comedor. Suena fuerte el timbre, primero pasan las sillas, luego los andarines empujados por piernas retorcidas y finalmente la fila de muletas. El mosén gordo del pueblo, con el alba sujeta por un cíngulo morado por debajo de su panza, entra en casa del agonizante. En la habitación, por la izquierda de la cama, pasa la luz del sol de la tarde matizada por unas cortinas para que no moleste al enfermo que se mueve inquieto, ese rayo de sol es un sarcasmo. El cura bisbisea unos latines incomprensibles;  las viejas que rodean la cama, ya sentadas ya de pie, rezan para sí, viejas con delantal gris, medias, bata y pañuelo negro con doble nudo elevando el colgajo de piel que les sobra del cuello. “Lávame y quedaré más limpio que la nieve”, repite el cura mientras con aceite marca una cruz en los pies, las manos y la frente del moribundo.

sábado, 25 de febrero de 2017

23 de febrero (in memoriam)






Me gusta que vengas a verme como hoy, sin esperarlo;  recorrer el 
huerto y que puedas comprobar cómo progresa, oír en qué me he 
equivocado.  Lástima no poder saber cuando volverás y tener 
preparado el café y un poco de conversación sobre todo;  nunca hablar del presente en este mar lunar en el que nos movemos.

jueves, 2 de febrero de 2017

narizotas



Normalmente no reparo en este apéndice; en cuanto a la atracción por el contrario he memorizado un canon genérico, tirando a clásico, en el que el conjunto prima sobre lo particular; superado el canon, no me entretengo en exceso con las extremidades ni con otras protuberancias humanas; además, que ninguno resistiríamos un análisis meticuloso de nuestro cuerpo, y menos con esta edad; sin embargo, hoy haré una excepción, al repasar mentalmente unas fotos me he dado cuenta de que no me gustan los narizotas que meten la nariz en tu coño.

viernes, 23 de septiembre de 2016

la estación











Sobre la silla está preparada la ropa buena para el viaje. Reunidos en la cocina la noche de antes, al calor del fuego se cuenta el dinero. De madrugada apuramos sin ganas un vaso de leche, tras la ventana se muestra la oscuridad retrasada del invierno. Este tiempo idóneo para nada, de apariencia lenta, infinitamente fracturado.Ya en la carretera, dura de piedras, nos abrazamos para que no se escape el calor de nuestros cuerpos y encaramos la estación,  a lo lejos, con sus luces humildes titilando entre la neblina; aceleramos el paso, siempre con miedo a perder el tren. Tu perfume, de un aroma pesado, se confunde con el olor de la tierra húmeda removida por los arados; en una mano llevas los zapatos para no romper los tacones con las piedras,  con la otra tiras de mi para que no me rezague. Atrás queda la balsa seca con los esqueletos de las ranas pegados al barro endurecido, la balsa seca y estéril  en la que, en donde solo había juncos, creí ver un  lago cristalino bordeado de sauces sobre el agua, profundo lago hoy cubierto de cagarrutas de ovejas.

domingo, 26 de junio de 2016

pequeñas victorias








pequeñas victorias. en 1972 llegó el agua corriente a la fregadera de casa, esta fue una gran victoria para mi madre, tanto, que se le escaparon unas lagrimas; el agua caliente tardó unos años más; en 1974 se instaló un retrete con su lavabo y una gran bañera de hierro cerámico en tono rosa; hasta entonces cagábamos en la cuadra, en el mismo sitio dónde dormían dos cabras, una gris ceniza y otra en banco y negro, en los amplios pliegos de los periódicos de entonces, el ABC, el HERALDO DE ARAGÓN y hasta en LA VANGUARDIA, ejemplares retrasados que nos daba un terrateniente catalán; así que lo mismo te cagabas encima de la carita de Franco que en la de Carrero Blanco, en la del gobernador civil de turno, encima de una cena de gala de las autoridades provinciales en el Casino de Huesca, o encima de la mismísima Virgen del Pilar. Hasta que llegó el agua potable, la traían mis padres desde la fuente en un carrito para cuatro cántaros; de la fuente salía un tubo que alimentaba el abrevadero, allí había muchas sanguijuelas que se movían de aquí para allá, había sanguijuelas en todas las fases de crecimiento, todas al acecho, esperando la hora en que el ganado y las caballerías se amorraran a beber para engancharse en sus bocas.

martes, 10 de mayo de 2016

cabezón



Elegí esta  música para acompañarme cada vez que vuelvo a casa;  al final, un hombre solo tiene una casa, y aunque cuando abro la puerta  me reciben la ausencia y un abandono doloroso, no tardo en sobreponerme y pronto el silencio no es tal, la casa empieza a vivir y yo aparezco en mi sitio de siempre, como si el tiempo hubiera estado suspendido. Tomo el relevo de sus ocupantes huidos o muertos, y salvo, de lo que queda, lo que puedo; ahora unas oliveras, las he aligerado de ramas y troncos, acicalándolas como a unas auténticas damas; porque, qué es una olivera limpia de ramas y soleada, sino una mujer presumida; bien... cabezón.