sábado, 18 de enero de 2014

el inspector provincial



Como colofón al año escolar, el Sr. Inspector Provincial vendrá para evaluar nuestros conocimientos. Su forma de operar es como sigue. Llega una mañana sin mediar notificación, conduciendo  un SEAT 1.500,  embutido en un traje de chaqueta gris y calzado con unos zapatos negros con brillo. El inspector se coloca en una posición tal que ninguno escapa a su mirada y nos trata de usted. El elige  al alumno que, de pie, ha de contestar a su pregunta. Extrae los nombres de una lista manuscrita facilitada por el maestro titular. A no dudar repasará el sistema métrico decimal y no faltarán los quebrados ni una división por decimales. Certus, mas incertus quando. Esta amenaza nos apresa y oscurece nuestro horizonte. En la conversación  se revive la angustia del silencio previo a oírse un nombre, la humillación de la ignorancia; todo muy similar a los trámites de una ejecución sumaria. Por eso las anginas son un respiro, el jarabe terroso es puro almíbar, y no importan los días de convalecencia aburrida junto a la estufa, todo es nada si lo comparamos con el drama escolar que supone la visita del inspector provincial.



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