sábado, 18 de enero de 2014

de senectute

no se empuja a los viejos, a las sombras no se les debe empujar. Pero yo sé que tú no puedes evitarlo porque, es verdad, que esa sombra menuda y encorvada sigue como desvariada todos tus pasos. Desde la mañana te siguen sin descanso sus alpargatas negras y enlutadas con sus motitas de cal. Pero un día tu serás vieja y tus pechos serán de arena, nadie los acariciará y se consumirán bajo la oscura toquilla de lana, caminarás desorientada por la casa sorbiendo tus mocos. Un avemaría y tres padresnuestros. Ego te absolvo; vete en paz  y no empujes más.


No hay comentarios:

Publicar un comentario