En la plaza la fila de niños ondula y se cierra en un
circulo. La que manda se sitúa en el centro y cuenta hasta diez, luego el
círculo se rompe y los niños corren buscando su mejor escondite. Engañoso
escondite porque pronto, la mayor, con las piernas cubiertas de ronchas rojas,
va descubriendo, sabihonda, a cada niño por el lugar y por su nombre: -en la
esquina fulanito, te he visto –detrás de esa puerta, tú, te he visto. Los niños
vuelven desganados y la mayor ordena otro círculo, cuenta hasta diez, luego el círculo se rompe y vuelven a
esconderse. Rayas con tiza el patio
fresco de tu casa, y con tu pie de niña empujas un trozo de teja, golpeas con
la fuerza justa y medida para que la teja alcance el rectángulo, porque en la
raya no vale; me ganas, pero mi victoria es otra: ver
como repican tus dos coletas a cada salto y tus bragas de espuma de colorines.
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